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Mostrando entradas de mayo, 2016

El lema de los Ingenieros de Montes

Dicen que cuando la Escuela de Montes estuvo localizada en San Lorenzo del Escorial, allá por los años de 1871 hasta 1914, el lema de la institución era: Saber es hacer. El que no hace no sabe. Tan sugerente sentencia, se podría perfeccionar: El mejor no es el que dice, ni el que enseña, el mejor es el que hace. Que no se enfaden los enseñantes, maestros y profesores, que los hay tantos y tan entregados a su profesión. Solo pretendemos ver esta  cita con una cierta intencionalidad pedagógica.

De los libros

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Sobre este asunto que siempre es un tema vivo para cualquiera de nosotros, hoy he cazado una cita que me parece cuando menos curiosa. El protagonista fue el humanista Páez de Castro 1510 1570, contemporáneo de Felipe II y asesor de este en la génesis de la Biblioteca Real del Monasterio del Escorial, uno de los proyectos culturales clave bajo los auspicios del Rey Prudente, sí, sí. el mismo que ahora llaman Imprudente. La cita, en cuestión, dice textualmente: ... pasemos la vejez desnudamente, que todo esto de letras me parece que es viático para toda la o vida, pero más necesario para la vejez. Y es que sobre el incuestionable efecto benefactor de las lecturas, cada día me asaltan nuevas dudas, yo creo que motivadas, principalmente, por las prisas, o sea por el saludable deseo de que no se me quede nada importante por leer en esta etapa de mi vida. Porque, para empezar, está claro que a cada fase de nuestro devenir, le puede corresponder un determinado tipo de lectura, lé

Lecturas para releer

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José Mª de Areilza publicó en Austral, entre los años 1986 y 1986, dos libros que son recopilaciones de artículos suyos en la prensa de aquellos tiempos, dos libros de valor inestimable para todos los amantes del paisaje y de los viajes, en general. Escritos con una prosa precisa y enriquecedora a la vez que llena de apuntes de caminantes y viajeros, se juega en ellos con la estrecha conexión entre el paisaje y la historia, añadiendo semblanzas de gentes que han dejado huellas, tratadas con extrema buen gusto. Como se dice en el prólogo, remitiéndose a una frase de Álvaro Cunqueiro, son libros "para hacerse amigo de ellos." Son libros para releer; a m í me deleitaron en tiempos pasados y, todavía, acudo a ellos, siempre en busca de sensibilidad, de aire fresco y del incontenible deseo de conocer lugares nuevos. Para excitaros los jugos gástricos, me limito aquí a transcribir un párrafo del artículo  " Abril en Florencia" ,   publicado en El País de