El águila y el caracol


A todos nos gusta citar de vez en cuando una fábula, quizás porque nos retrotrae a los tiempos de nuestra infancia, recordando casi siempre las de Iriarte y Samaniego, los dos clásicos fabuladores de la lengua castellana. Sin embargo olvidamos a Juan Eugenio Hartzembuch, el gran literato del siglo XIX que también hizo gala de su ingenio desarrollando su crítica social en sus menos conocidas Fábulas.
Y es una lástima porque son una verdadera joya y porque, algunas de ellas podrían exhibir su enseñanza en los tiempos que corren.
Y hay una que, de manera particular, me viene a la mente, cuando miro a mi alrededor o, simplemente, cuando escucho algún telediario. Se trata de El águila y el caracol:

      Vio en la eminente roca donde anida
      el águila real, que se le llega
      un torpe caracol de la honda vega,
      y exclama sorprendida:
      -¿Cómo, con ese andar tan perezoso,
      tan arriba subiste a visitarme?
      -Subí, señora, contestó el baboso,
      a fuerza de arrastrarme.

Porque llegar, lo que se dice llegar, llegan muchos, claro que algunos se sirven de su vuelo elegante, silencioso, sugerente, y otros llegan eso,... a fuerza de arrastrarse.

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